Lo que busca todo amante de la naturaleza en sus viajes es entrar en contacto con ecosistemas que no está acostumbrado a ver en su día a día. Y si puede encontrar varios de ellos en el mismo viaje, mejor. Eso es precisamente lo que se puede hacer en este país: la naturaleza de Jordania es sorprendentemente variada, sobre todo teniendo en cuenta su reducido territorio. Y el país ha sabido identificar esta fortaleza, explotando con acierto el ecoturismo. En esta página te contamos todo lo que debes saber sobre los atractivos naturales que se ubican en territorio jordano.
Como apuntamos también en la página de geografía, en Jordania se distinguen claramente tres grandes regiones naturales o ecorregiones:
A estas ecorregiones terrestres se puede añadir el golfo de Aqaba, cuya biodiversidad marina ocupa un lugar destacado en la naturaleza de Jordania: basta sumergir la cabeza bajo el agua para comenzar a descubrir un mundo lleno de riqueza y color protagonizado por más de un millar de tipos de peces y centenares de especies de corales.
Y hay una buena noticia para los viajeros, especialmente para los más interesados en la naturaleza: Jordania es un país relativamente pequeño y estas ecorregiones se pueden integrar fácilmente en cualquier circuito de varios días.
Se trata de un espacio muy singular porque se encuentra en plena falla geológica, ocasionada por la fractura de la placa tectónica africana y la placa arábiga: es lo que se conoce como Gran Valle del Rift, que va desde el sur de Siria hasta el este de África. Esa separación propició el surgimiento del Mar Rojo al sur, pero también los tres espacios en que se puede dividir el valle del Jordán:
El valle del Jordán es uno de los espacios más singulares de la naturaleza de Jordania porque conserva una masa de agua dulce permanente, húmeda y fértil, en la zona norte. El río Jordán nace en las montañas libanesas y, tras superar el Mar de Galilea (lago Tiberíades en suelo israelí), se une al río Yarmuk para servir de frontera entre Jordania e Israel, desembocando en el Mar Muerto. Se alimenta principalmente de las aguas de lluvia y de algunos ríos o wadis de la zona, como el mencionado Yarmuk.
Una de sus características más singulares es su altitud negativa: discurre varios centenares de metros por debajo del nivel del mar, alcanzando su punto mínimo en el Mar Muerto, a menos de -400 msnm.
Por lo que respecta a la flora, destacan árboles de fuego y tamariscos, mientras que las especies más representativas de su fauna son las aves, como el martín pescador, el suimanga o el camachuelo del Sinaí, considerado el ave nacional de Jordania. Más complicado es ver nutrias, en peligro de extinción.
En cambio, en Wadi Araba, al sur del Mar Muerto, el valle es totalmente árido. No obstante, estudios científicos y evidencias recabadas sobre el terreno demuestran que hace miles de años, toda la zona contaba con un ecosistema húmedo, con una flora y una fauna muy distinta a la actual (rinocerontes, leones, elefantes…). Pero todo ello se esfumó con la evaporación de la gran masa de agua que cubría la zona, un problema que parece seguir existiendo en el valle del Jordán, a lo que se añaden los trasvases para consumo humano.
Desde el valle del Jordán, en una pronunciada ascensión a través de gargantas rocosas, se llega a la meseta y zonas montañosas de la ribera oriental. En esta zona se concentra la mayor parte de la población jordana en ciudades, y tiene lógica: es la zona más amable desde el punto de vista medioambiental, con áreas boscosas y un clima más templado.
Aquí, la naturaleza de Jordania se tiñe de un cierto verdor, mezclado con otros colores gracias a los pinos de Alepo, los madroños, los robles, las floraciones silvestres en primavera (amapolas, margaritas, lirios negros, etc.), así como las especies cultivadas por el ser humano: olivos, viñedos o higueras.
La fauna es también más diversa aquí, con presencia de jabalíes, garduñas, puercoespines, linces africanos (caracales) e íbices, esta última en peligro de extinción y sujeta a un ambicioso programa de conservación y reintroducción en la naturaleza de Jordania.
Aproximadamente el 95% del país es desierto, ocupando principalmente el centro, el este y el sur del país. Aquí, el interés lo suscitan sus formaciones rocosas, de arenisca y granito principalmente, que en algunos casos nos regalan formaciones y paisajes de ensueño, como en Wadi Rum.
Pero también hay espacio para algunos oasis que parecen surgir milagrosamente, como el de Azraq, donde la biodiversidad de flora y fauna es mayor: cañaverales y humedales que acogen a casi 300 especies de aves migratorias, como garcetas y garzas reales. También hay presencia de anfibios como sapos y de mamíferos como liebres, zorros del desierto, chacales y lobos.
Más allá de los escasos oasis del desierto, las tierras baldías se pueblan simplemente de reptiles como la agama sinaí o el camaleón, así como una treintena de especies de serpientes. Entre los invertebrados, destaca el escorpión palestino amarillo.
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