El té jordano, también llamado té beduino, bien se puede considerar la bebida nacional del país, pues su consumo se extiende por todos los rincones de su geografía. Y como ocurre en el resto de países árabes, es mucho más que una simple bebida, pues implica un ritual de preparación y hospitalidad. En este post te contamos cómo es este té y qué lo diferencia de otros, para que saborees mejor la taza que, a buen seguro, te ofrecerán en algún momento de tu viaje.
Té jordano o té beduino: negro y con salvia
Lo primero que debes saber antes de degustar el té jordano es la variedad que emplea: si bien puede haber diferencias según la región, el más difundido es el té negro. Es decir, el que emplea la planta del té verde (Camellia sinensis) pero llevado a unos niveles de oxidación muy avanzados, lo que propicia ese oscurecimiento y, además, un componente más elevado de cafeína. Este té, por cierto, se importa de otros países, pues no existe la producción local. Y dicha importación se suele hacer de Turquía, gran productor de la región.
Pero lo que hace diferente al té beduino no sólo es el uso de esta variedad de té, sino que el acto de infusionar las hojas se hace en un agua aromatizada, puesto que se ha hervido previamente con hojas de salvia. Este detalle aporta al té beduino un aroma característico y diferenciador, además de un tono genuino, poderosamente oscuro.
Cómo se sirve y cómo se toma el té beduino
Para preparar, servir y tomar el té beduino se siguen empleando utensilios tradicionales, que aportan una mayor solemnidad. Para prepararse, se emplea una tetera metálica, que puede ir decorada con incisiones y otros detalles para aportar un plus de belleza.
El té jordano se suele tomar en recipiente de cristal, a menudo en vaso, que puede adoptar la forma de campana invertida como en Turquía, o bien con paredes rectas. En muchos casos, la parte elevada, por donde se agarra el vaso, puede ir decorada con motivos vegetales o geométricos. También se pueden emplear tazas, en algunos casos de cristal con asa, y en otros en algún tipo de material cerámico, aunque de esta manera es más difícil percibir el color y la consistencia del té.
Además, conviene mencionar un detalle que no podemos olvidar, por obvio que parezca: el té beduino se toma caliente, o más bien tibio. Y esto es así aunque la temperatura del entorno sea muy cálida, como es habitual en el desierto. Así se hace porque la hidratación es más eficiente si la bebida no se toma fría, pues el impacto térmico es menor en el organismo, propiciando que se asimile mejor.
Un gesto de hospitalidad
Por último, cabe recordar que preparar, ofrecer y tomar un té en compañía no sólo es una medida para saciar la sed, sino sobre todo un acto de hospitalidad y una invitación a pasar un momento en compañía. Por ejemplo, el té jordano está siempre presente en los campamentos beduinos de Wadi Rum, como saludo de bienvenida a este alojamiento que tiene, ya de por sí, un carácter comunitario.
Es por ello que rechazar un té se suele considerar un gesto de mal gusto o mala educación. Por supuesto, puedes entrar a un establecimiento y pedir uno para disfrutar en ese momento. Pero si tienes la suerte de recibir un ofrecimiento de este tipo, acéptalo y disfrútalo, sobre todo si se acompaña de algún dulce, incluso si no hablas el mismo idioma que el anfitrión, pues será una buena ocasión para mirarle a los ojos y comprender mejor la forma de ser de los jordanos.